Los perros son capaces de hacer grandes hazañas por sus dueños, pero también existen conmovedoras historias de familias que hacen hasta lo imposible para poder estar con sus mascotas y este es el caso de una familia australiana que pasó por una larga travesía para poder recuperar a Pipsqueak, una perrita que quedó varada en Estados Unidos tras la declaración de la pandemia.
De acuerdo con CNN Travel, la perrita dachshund o salchicha tuvo que recorrer más de 160 mil kilómetros en cinco meses para poder reencontrarse con sus dueños, pues todo comenzó cuando la familia australiana se fue de crucero.
Zoe y Guy Eilbeck disfrutaron del viaje por 17 países junto a sus hijos Cam de 13 años y Max de 8, quienes decidieron llevar a la perrita con ellos, pero cuando llegaron a Florida, las autoridades anunciaron el cierre de fronteras por la pandemia de covid-19, por lo que la embarcación los dejó en Carolina del Sur y contaban con menos de 48 horas para regresar a su país; sin embargo, por las estrictas medidas fronterizas les negaron rotundamente el traslado de la mascota.
Para dejar a Pip en un lugar seguro, la familia decidió llevarla con una amiga radicada en una granja de Carolina del Norte y regresaron a Australia.
“Sabía que tendríamos que importar a Pip y que ella tendría que pasar 10 días en cuarentena. Pip pasó de vivir en un velero a vivir en una granja de bisontes, dijo Zoe a CNN Travel.
Lo que parecía un espacio seguro para la perrita terminó por ser el inicio de su larga travesía, pues en la granja había otros animales que atentaban contra la integridad de la mascota y tuvieron que buscarle un hogar temporal. Es así como Pip quedó a cargo de una familia que pretendía quedársela pues creían que había sido abandonada.
“Escuché que una familia que vivía en un barco abandonó a su perro y voló de regreso a Australia e inmediatamente formé una impresión sobre quiénes eran estas personas. Pero tan pronto como hablé con ellos, me di cuenta de que no podían ser más cariñosos. Tuve la impresión equivocada por no haber sabido todos los detalles”, explicó el hombre que la recibió en su casa.
Durante mucho tiempo la familia a cargo intentó ayudar con los trámites para que Pip pudiera volver con sus dueños, pero por la pandemia de covid-19 resultó imposible, así que mientras esperaban un avance en los trámites, la familia hacía videollamadas para que los dueños pudieran ver a su mascota.
Debido a que los trámites parecían no tener fin, los australianos intentaron trasladarse a Estados Unidos para ir por la perrita, pero los vuelos fueron prohibidos como medida preventiva y la línea que trasladaría a la perrita de regreso a casa anunció que ya no transportaría animales, lo que complicó aún más la situación.
En ese momento encontraron que podrían trasladar al animal a través de una línea de Nueva Zelanda, pero para esto, Pip debía salir del aeropuerto de Los Ángeles. Una nueva complicación surgió cuando se cancelaron todos los vuelos directos y la única opción fue hacer algunas escalas en donde Pip fue recibida en hogares temporales hasta que por fin pudo llegar a la ciudad.
El viaje de Pip se alargó cada vez más debido a que fue puesta en cuarentena en los aeropuertos a los que llegó, pero finalmente el papeleo se pudo arreglar y se consiguió un vuelo para Australia; sin embargo, aquí no terminó la historia, pues la perrita llegó a Melbourne y no Sydney.
Afortunadamente en esta ciudad vivía el hermano de Zoe y se encargó de la mascota durante varios días hasta que por fin pudo volar rumbo al destino correcto en donde luego de cinco meses volvió a ver a sus dueños.
“Cuando escuchó nuestras voces, vino corriendo a nuestros brazos. Fue absolutamente increíble tenerla de vuelta después de todo ese tiempo”, dijo Zoe.
Así fue el reencuentro: