Edith González fue una de las actrices más queridas por el público mexicano, pues además de deslumbrar con su belleza, la actriz siempre se caracterizó por su amable personalidad, altruismo e increíble talento artístico que la llevó a participar en memorables producciones como Salomé, Mundo de fieras, Palabra de mujer, Camaleones y Corazón salvaje, la telenovela que protagonizó junto a Eduardo Palomo.
Corazón salvaje fue producida en 1993 por José Rendón para Televisa, se transmitió en horario estelar en el Canal de las Estrellas de julio de ese año a febrero de 1994. La historia se desarrolla en los albores del siglo XX, en San Pedro, Veracruz.
La telenovela fue protagonizada por Edith González, Eduardo Palomo y contó con las actuaciones antagónicas de Ana Colchero, Ariel López Padilla, Claudia Islas, Ernesto Yáñez, Yolanda Ventura y Arsenio Campos, entre otras, además talentos como César Évola, Isaura Espinoza y Queta Carrasco también fueron unas de las más aplaudidas.
En Corazón Salvaje, Edith González interpretó a la condesa Mónica De Altamira Montero de Alcázar y Valle, una joven dulce y muy sensible cuya personalidad es todo lo contrario a la de Aimée, su hermana, quien es una mujer frívola e interesada.
Mónica tenía que cumplir un matrimonio pactado con Andrés, pero él prefiere a Aimée para que sea su esposa, así que el personaje interpretado por Edith González por despecho entra a un convento, pero esto fue pasajero, ya que se dio cuenta de que ser monja no era lo que en realidad quería, así que comienzan una serie de situaciones que la llevan a tener una intensa historia de amor con Juan del Diablo Alcázar.
En aquel entonces fue muy notoria la química que había entre Edith González y Eduardo Palomo, por lo que muchos aseguraron que fueron la pareja perfecta para una telenovela y fuera del set de grabación, los actores eran muy buenos amigos, prueba de ello es que cada que acudían a una entrevista juntos no paraban de reír y en varias ocasiones sorprendieron al confesar que practicaban los besos también alejados de las cámaras.
“Antes de entrar a escena, todo el tiempo nos besuqueábamos Eduardo y yo, o sea, no andábamos, pero era un gozo y un placer besuquearnos. Eduardo hablaba y se te caía la baba de oírlo hablar, cuando hablaba, cuando interpretada a Juan del Diablo”, comentó en una entrevista.