El Día de Muertos es una de las festividades mexicanas más destacadas, para muchos es una fecha especial y una tradición que no puede faltar año con año, pero en la actualidad, debido a la popularidad de la película de Disney ‘Coco’, la celebración ahora es conocida en todo el mundo, en ella se puede ver una de las leyendas más importantes con respecto a este día, si bien no es una leyenda muy conocida, si se trata de un elemento clave en la celebración de algunos estados de la república, según esta tradición los muertos no van ni al cielo ni al infierno, en su lugar entran al Mictlán, una especie de limbo en el que las almas emprenden un viaje lleno de retos para puedan pasar a vivir un descanso eterno.
A este lugar únicamente se puede llegar en compañía de un perro que desde la antigüedad era considerado un fiel compañero del hombre, estos animales se convierten en guías luego de morir y se aseguran de que las almas de las personas puedan encontrar la entrada al Mictlán, en esta leyenda, el mundo de los muertos es diferente al que suelen retratar las religiones, es ahí donde los muertos residen y se encuentran con sus familiares también fallecidos, además de que pueden ver el mundo de los vivos y acudir a visitar a sus familias en el Día de Muertos.
Las celebraciones de Día de Muertos son completamente diferentes dependiendo del lugar, en algunas comunidades es común que los panteones sean el punto de reunión de las familias, en otros incluso se acostumbra desenterrar a los muertos, por ello es que cuando la película se estrenó en cines, muchos pensaron que no se trató de un reflejo fiel de lo que representa la celebración para los mexicanos, pero lo cierto es que no hay una sola manera de celebrarlo, incluso el tradicional pan de muerto cambia según la región.
A muchas personas incluso les sorprende saber que fue a partir del estreno de la película ‘Coco’ que en el norte del país se comenzó a celebrar esta tradición, ya que no era algo común, las personas en la zona de Tijuana conocían la tradición pero no la replicaban con tanta intensidad como en otros estados, eran pocas las personas que ponían altares en sus casas.